Los caballeros las prefieren orientales

jueves, 19 de julio de 2007

En mis caminatas por el campus universitario, los supermercados, tiendas y calles en general, capturan siempre mi atención las parejas interraciales. Dos fórmulas frecuentes me intrigan: varones afroamericanos con mujeres indias (sí señor, indias de la India, que no todos los que están en aquella península son hindúes), y varones blancos con mujeres asiáticas - del Lejano Oriente. Ojito: el género no es intercambiable.
Particularmente respecto a la segunda combinación (asiática-blanco), escuché por aquí y por allá en conversaciones coloquiales que efectivamente, los norteamericanos se deleitan en conseguirse una pareja lejano-oriental. Desconfiada como soy de la simple observación, recurrí a Wikipedia y confirmé los datos: una pareja asiática-blanco ocurre tres veces más que una pareja blanca-asiático.
Cuenta la leyenda que en esta fórmula amorosa no es poco el peso que tiene la estereotípica sumisión de la mujer asiática, que parece venir muy bien en primer lugar al varón asiático, pero también convence al blanco. ¿Mito o realidad? ¿Me creería si le digo que hay quien se tomó la molestia de armar un sitio web para exponer su apologética y decir que NO le gustan las mujeres asiáticas por este motivo, sino por genuina atracción? Explicación no pedida, acusación manifiesta, dice mi madre. ¿Y qué le parece si le proporciono el siguiente dato: si la asiática es nacida (y educada) en E.E.U.U., ya no incurre en emparejarse con un blanco tres, sino sólo 1.5 veces más que su contraparte, el varón asiático?
El origen de esta entrada parte de un detalle que me pareció curioso en la recién estrenada "Harry Potter y la Orden del Fénix": el papel de Cho Chang. Una disculpa porque he tenido el vicio de no leer ni uno solo de los libros de J.K. Rowling y en cambio ver todas las películas, por lo que mi observación se limita estrictamente a la versión cinematográfica del quinto episodio de la serie. La bella, discreta y necesitada de protección Cho resulta ser el objeto de amor del poderoso Harry: no Hermione, no Luna Lovegood, no Ginny Weasley. Parece que después de todo, no sólo los caballeros, sino los magos, las prefieren orientales.

La proximidad

lunes, 9 de julio de 2007

Sábada Kohm reaparece después de unos días de travesía intercultural y transfronteriza, misma que me ha dado oportunidad de reparar en el asunto de la distancia.
Como antecedente, un poco de teoría clásica de psicología social, cortesía de Wikilearning:

El espacio personal está referido al cuerpo de las personas, y a diferencia del territorio que esta en un lugar específico, el espacio personal va con la persona y sus límites son más o menos amplios, dependiendo de las circunstancias. Little (1965), lo definió como el área inmediatamente alrededor del individuo, en la cual la mayoría de sus interacciones con otros tienen lugar, es un espacio privado al cual otros no pueden llegar y entrar sin la expresa voluntad de cada persona y cuya violación implica reacciones de desagrado y/o agresivas.
Los límites del espacio personal son flexibles y varían de acuerdo a las relaciones sociales y personales del sujeto, así como del entorno físico y emocional especifico. Existiría una distancia confortable que variará en función de las personas y de las circunstancias en las que se encuentre, de modo tal que la distancia confortable en un ascensor será menor que en la playa.

No es nada nuevo bajo el sol, pero sí nuevo en mi experiencia cuán diferentes pueden ser las distancias que necesitan las personas de una cultura a otra, en este caso, ambos lados del Río Bravo. Lo primero que me sorprendió llegando a mi venerable Patria es la poca distancia personal que procuran los individuos, sea a pie, sea en automóvil. Ni bien salía del aeropuerto me sobresalté con manos, piernas, bolsas, cabezas y voces que interesectaban con los míos. Los invasores en cuestión ni siquiera parecían darse cuenta, o bien su ansiedad por asegurar un lugar más cercano a la banda de equipaje o un segundo menos en la fila aduanal disipó cuanta molécula de aire pudiera haber entre uno y otro.
Estando yo con un pie a cada lado del río, ¡qué dilema! Mientras que en un país me siento invadida, en otro todos me parecen distantes.


gbvalle.blogspot.com